The Surfcar es el resultado de la evolución de nuestra vida, una vida en la que pasábamos estresados once meses y pico al año entre estudios y trabajos que apenas nos daban tiempo a desconectar un poco en vacaciones. Pero durante esas pocas semanas de verano disfrutábamos de todo lo que más nos gustaba y con lo que habíamos crecido: los amigos, el sol y el mar. A veces incluso cogíamos el viejo coche de nuestro tío y nos escapábamos a otras playas más lejanas e incluso algunos nos atrevíamos a coger algunas olas con una vieja tabla que había en el garaje.
Se puede decir que no nos iba mal, pero sentíamos que la vida se nos escapaba entre los dedos, arrastrados de un sitio para otro por el reloj, engullendo los días sin poder saborearlos, siguiendo un estilo que no nos llenaba, que no era el nuestro. Un día empezó a rondarnos la cabeza la idea de darle la vuelta a nuestra vida como un calcetín, de hacer algo que realmente nos llenase, nos inspirase, con lo que fuéramos nosotros mismos y mostrarlo al mundo. La ropa siempre nos había llamado la atención, desde que nuestra abuela nos tejía jerséis, se hacía sus propios vestidos y algunas camisas a nuestro abuelo. Pensamos en retomar esa herencia familiar pero adaptada a nuestra forma de ver la vida, a nuestro estilo y con nuestra personalidad. Nuestra abuela decía que la vida es un camino del que a veces nos empeñamos en desviarnos, pero la gente que conoces y las oportunidades que surgen te reconducen, como si estuvieras encima de una ola. Si mi abuela hubiese sido inglesa habría dicho: “Life is a wave. Catch it!“
El resto es historia.